sábado, 7 de marzo de 2015

A Teresa de Ávila le apellidan Caba


Nos queda del pasado heroico del teatro español de hace unas décadas la dulce y poderosísima voz de Julia Gutiérrez Caba. Jose Luis Gomez, con su proyecto Cómicos de la lengua, ha recuperado a la actriz, ya muy retirada de los escenarios, para una lectura dramatizada de extractos de los textos de Teresa, escritora y fuente de misterio que llevó a cabo una extraña empresa: la de reformar los tejidos más profundos de la lengua, dilatar la retórica y conceder vitalidad nueva a cada frase, un equilibrio remoto, como el del halcón que planea y desciende cercano, demasiado cercano. “La imaginación es la loca de la casa”, que dejó dicho.

Fuera regalada o no, Teresa bien se hizo fuerza por saber tanto de mujeres como de hombres, por no sentirse sorda de los dictados de razón propia, por ponerse contra tantos.
Muchos la recuerdan como alentadora de una república de mujeres, de los valores del individuo y de la proximidad con un dios que no es sino nuestra conciencia. La controversia, ya se ha visto, le iba a la zaga, como una amiga, porque tal vez el destino del que sabe bien sea, finalmente, el de ser incomprendido.
Demostró que no hay medidas de mujer, sino libertad de acción y pensamiento. Juan Mayorga ponía en boca de Teresa de Ávila estas palabras en la obra La lengua en pedazos

“No hay acierto de mujer que no se ponga bajo sospecha. “Disparate de mujeres”, dicen en seguida. Nos tiene el mundo acorralas, mariposas cargadas de cadenas. (…) Aunque no nos den libertad para dar voces, no dejaremos de decir nuestras verdades aunque sea en voz baja”.


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