A LA SOMBRA DEL HORROR
Mustang es un film turco de denuncia social, la de la explotación de la mujer, constreñida por los imperativos religiosos de un orden patriarcal del horror y el silencio, pero, a diferencia de otros títulos, el acierto de Mustang está en saber contar su historia en un marcado tono de liviandad, de falsa comedia, con una fotografía de colores fuertes y luminosos, que esconde, como los cuentos de terror de los Grimm o algunos otros de Perrault, un corazón negro, la carga ponzoñosa de muchos dolores. La familia de las cinco hermanas, ciega a su propia crueldad, una crueldad inalcanzable, dominadora a decir basta, impulsa argumentalmente una trama ágil en que la cámara, libre, entumecida a veces, desvela en sus últimos minutos, como a través del reflejo de los cristales del bus, la imagen primera de Estambul como una promesa, la esperanza. Pero si Mustang se ha revelado como una historia para el recuerdo es sin duda por la sintonía y lucidez de sus cinco jóvenes interpretes, con la más pequeña a la cabeza. Deniz Gamze Ergüven compone una fábula moderna, de inevitables resonancias con Las vírgenes suicidas, primer largo de la también realizadora Sofia Coppola.
Las cinco intérpretes de Mustang. |
De El hijo de Saúl se debe decir poco. Es una aventura en imágenes tremulantes ahormada que solo la pantalla debería contar, de un realismo devastador, y pasado Oscar al mejor trabajo en habla no inglesa. El discurso de los nietos de quienes participaron o sufrieron el horror. László Nemes retrata a Saúl, un prisionero judío húngaro en el campo de concentración de Auschwitz encargado de quemar los cadáveres de los prisioneros gaseados nada más llegar al campo y que encuentra cierta supervivencia moral tratando de salvar de los hornos crematorios el cuerpo de un niño que toma como su hijo. Tal vez, una de las mayores experiencias del horror que ha dado el séptimo arte, de fotografía empolvada y oscura, caliente como las habitaciones atestadas. Es un trabajo con el que sufrir, recordar, reflexionar. Se sale del cine con el cuerpo baldado, los ojos abiertos, el corazón vacío. Una visita al infierno.
Géza Röhrig en El hijo de Saúl.
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