domingo, 29 de junio de 2014

The Immigrant

El sueño de Ellis es un desgarrado y feroz drama de época sobre emigración que pone en primera fila al pelotón de fusilamiento a dos personajes vulnerables, que perseveran con garra por sobrevivir. 
El metraje es como un sueño, como la ilusión quijotesca de un Bergman encendido, de un  Coppola en estado de gracia. Marion Cotillard, en su papel más contenido, en su emoción más rota. Asombrosa. Luego el maestro Phoenix también centellea en uno de esos papeles de hombre a grietas, de antihéroe, con el hollín que le resbala hasta de los párpados.
Una película heroica que rescata ese gran tema del esfuerzo y del dolor, ignorado, vilipendiado, que es la emigración. Una película de lealtad y codicia, sobre la prohibición y el perdón. Un reflejo del Nueva York secreto, que parece inmerso en una botella de coñac, y que encuentra parecidos con los trabajos fotográficos de Brassai en la década de los 30.
“Quiero ser feliz” confiesa Marion, semblante que recuerda a las glorias pasadas del cinematógrafo, de los triunfos del cine mudo, ante una audiencia ebria. El sueño americano que pierde la máscara deviene tortura, quimera, sombra.

Bravo por James Gray, y por oficiar ese final apabullante, esa perdición y ese comienzo a ojos de la actriz gala, como enamorada del viento.


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