lunes, 7 de diciembre de 2015


NADIE QUIERE LA NOCHE, TODOS QUEREMOS A JULIETTE

Nadie quiere la noche es puro gesto, pura poesía; el retrato elevado de la relación de dos mujeres en el hielo, al desamparo. La humanidad se encamina precipitada a la extremidad, parece recordarnos esta historia y la carrera de la propia Binoche, poblada de personajes deshabitados, fuertes, luchadores, que buscan la luz. Su personaje en este nuevo film de Coixet es el de la mujer que, liberada de las barreras sociales, abraza al enemigo, al otro, al diferente, dándose irremediable. 

Josephine (Juliette Binoche), una mujer rica y culta, va al Polo Norte para reunirse con su marido, el explorador Robert Peary. Durante el viaje se verá obligada a dejarse ayudar por una humilde esquimal (Rinko Kikuchi). A pesar de sus diferencias, ambas tendrán que unirse para poder sobrevivir a las duras condiciones climáticas de la tundra.

Descender del pedestal es hacerse más accesible, más humano, más sencillo.
Una historia de amistad, porque la naturaleza obliga a dos seres a entenderse. En Alaka, la portentosa creación de Rinko Kikuchi, no hay rivalidad, pues no se la ha educado en ella. Por otra parte, ninguna otra actriz del panorama internacional podría haberle dado a ese personaje de la mujer del explorador tanta pasión, tanto coraje, tanto espíritu, como Juliette Binoche.
Nadie quiere la noche del alma cuando en soledad se combate el frío. En este instante suena en la radio Cold Water, de Damien Rice, y me gusta pensar que no es fortuito.

Nadie quiere la noche es, sin duda, una historia para el recuerdo, como Mi vida sin mí, como Elegy, como La vida secreta de las palabras. Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=VdB_yp_GclY





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