sábado, 22 de noviembre de 2014


DESDE BERLÍN, TRIBUTO A LOU REED

“La música es todo. La gente debería morir por ella. La gente muere por cualquier otra cosa, ¿por qué no por la música?”.  “La parte más importante de mi religión es tocar la guitarra”. -LOU REED-.

Visceralidad, belleza en la ruina, brutalidad en el amor y gran música son los principales atractivos de un espectáculo que nace y se nutre de la inquietante verdad de dos intérpretes -colosal Nathalie Poza, increíblemente entregado Pablo Derqui- y que deja al espectador con el corazón en un puño, des tripes à la gorge.
La poética de la marginación cobra sentido estético y humano cuando un director, Andrés Lima, los citados intérpretes, tres dramaturgos -Juan Villoro, Juan Cavestany y Pau Miró-, para el espacio sonoro Jaume Manresa y Miguel Ángel Raió en la  videocreación, se deciden con valentía -porque se requiere demasiada para este genial tributo- a dar voz a la angustia y a la dependencia que rodean a esos dos personajes -Caroline y Jim- imposibilitados a la vida, con la dificultad manifiesta de vivir la convención, llenos y confundidos de amor, temerosos de la cotidianidad y de su falta de apego a las reglas que ésta impone. 
La pieza es conmovedora; el desnudo, emocional y literal; Caroline y Jim, personajes del disco de Lou Reed, carne y grito.


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