viernes, 2 de mayo de 2014

EL PASADO
Una pareja inmersa en un proceso de separación es solo la excusa para tejer una historia en que el personaje principal es la Duda.
No hay maniqueísmo, no hay disfraz, no hay elocuencia desmedida, tan solo una gran muestra de nobleza y mezquindad, mostrada en un abrazo finito en que sus miembros parece se confunden y repliegan, como las olas, en ese bello fresco que es el de las relaciones humanas. Una muestra de las pulsiones y de los miedos, y de corazones de blanco traversados de aristas, de ébano y marfil.
Ya el principio y su portentoso retrato de la incomunicación entre los dos personajes separados por el cristal es toda una garantía, inspirada en la narración sabia del Fellini que retrataba la distancia sutil en los planos cortos.
El magisterio de Asghar Farhadi, almohadado en el universo del teatro, demuestra que ama el drama. Ver El Pasado es escabullirse y entrar a hurtadillas en una casa, en la casa de Ahmad, Marie y Samir, y verlos en su cotidianidad de secreto áspero y penumbra. El Pasado es un trozo invisible de este mundo que nos regalan el genial iraní y la gran Bérénice Bejo, merecidísimo premio a mejor en actriz en el pasado Cannes.

El Pasado es cruda y visceral, delicada también, bella de sencilla, de sincera, y con uno de los finales más bellos y sobrecogedores de los últimos años, con esa lágrima furtiva en el rostro desconocido, y esas dos manos que reposan sobre la sábana la incertidumbre. Una película magnífica.



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